En octubre de 1989, el número 48 de la revista “Tráfico”, editada por la Dirección General de Tráfico, incluyó un breve reportaje sobre los trabajos que se estaban llevando a cabo con motivo de la realización del inventario de características geométricas de la red estatal de carreteras, dependiente del entonces Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo. Por aquel entonces se estaba trabajando en su actualización, debido a la puesta en servicio de nuevos tramos de la red.
De esta manera se daba a conocer al público en general la labor que había detrás de estos trabajos, muchas veces desconocida, pero de gran importancia, ya que permiten saber de manera precisa la situación de la red, y en base a los datos obtenidos, planear mejoras y actuaciones en las carreteras.
Los inventarios de la red
Como se explica en el reportaje, el primer inventario general de la red se realizó como motivo del Plan General de Carreteras 1962-1977, impulsado por la Ley 56/1960 y aprobado en diciembre de 1961. En 1960 la Dirección General de Carreteras y Caminos Vecinales creó dentro de los servicios centrales un Servicio de Inventario, al que le correspondió su desarrollo. Al año siguiente se abordaron los trabajos de campo que cubrieron la red de carreteras de tráfico intenso, que aglutinaba una longitud total de 6.500 kilómetros. El resto de la red estatal, de 65.000 kilómetros, fue abordada por las distintas Jefaturas provinciales de Obras Públicas.
La toma de datos llevada a cabo en estos trabajos era prácticamente manual y entre los medios empleados, destacó la utilización de once furgonetas Seat 1400-B equipadas con odómetros.
En los años posteriores se editaron en distintos volúmenes los trabajos de inventariado, primero de la red azul, que recogía los itinerarios de mayor tráfico, y después el resto por provincias.
El antecedente inmediato de los trabajos explicados en el reportaje fue el “preinventario de la red” realizado en 1982 por la Dirección General de Carreteras, usado para la elaboración del Avance del Plan General de Carreteras 1984-1991 y que recogía las características generales de la red.
En 1983 se licitó la realización de un inventario de características geométricas, más detallado que el realizado previamente, y cuyos trabajos se adjudicaron a Geocisa, abarcando la totalidad de la red estatal, que había quedado reducida a unos 20.000 kilómetros aproximados tras el proceso de transferencia de carreteras a las comunidades autónomas. La principal novedad fue la utilización de medios más avanzados, recogiendo la información en formato vídeo e incorporando datos de manera informática.
Entre los aspectos recogidos se incluía la localización de la carretera donde se estaba llevando a cabo la medición, anchura, número de carriles, inclinación de la rasante, radios de curvatura, peraltes, tipo y situación de las cunetas, estructuras, túneles, pasos superiores e inferiores, enlaces, intersecciones, travesías de población, tipos de firme, puertos de montaña, señalización, elementos de seguridad y zonas de servicio y descanso.
Lamentablemente, hoy por hoy se desconoce el paradero de estas grabaciones en vídeo.
Este inventario se completaba a su vez con otros dos dedicados a los puentes. En uno se analizaban sus características geométricas y portantes, y en el otro, sus aspectos históricos y culturales de los construidos con anterioridad a 1936.
Nuevos hitos kilométricos y miriamétricos
Otro de los aspectos que se abordaron durante la vigencia del Plan General de Carreteras 1984-1991 fue la actualización y modernización de la señalización de nuestras carreteras. Coincidiendo con la aprobación del plan en el Consejo de Ministros, en diciembre de 1985, el MOPU presentó los nuevos modelos de hitos kilométricos y miriamétricos que se instalarían a partir del año siguiente en la entonces Red de Interés General del Estado (RIGE), y que todavía siguen vigentes, aunque su diseño ha sufrido varias actualizaciones desde entonces. También se empezaron a instalar nuevos modelos de hitos de arista.
Con ello se actualizó y se homogeneizó la kilometración de las carreteras, de manera que cada itinerario contase con una sola. Hasta entonces era habitual que en itinerarios largos se fuesen repitiendo los puntos kilométricos en diferentes tramos, como en la N-630, que en su momento contó con hasta cuatro kilometraciones distintas a lo largo de su recorrido.
Los nuevos hitos venían a sustituir los clásicos mojones, así como otros modelos de señales metálicas que se habían ido empleando en las últimas décadas con diseños dispares. Tras la finalización del grueso del proceso de transferencia de las carreteras a las comunidades autónomas, en los tiempos inmediatamente posteriores fue habitual la modificación de algunos hitos antiguos de las carreteras comarcales y locales que iban a quedar integradas en itinerarios de la red estatal, incorporándoles placas de rutas o cajetines de color rojo, abandonando sus colores originales en verde y amarillo con el fin de diferenciarlas de las otras redes. Posteriormente, con la instalación de los nuevos hitos, en muchos casos se retiraban los antiguos, y en los menos, se mantenían tapándoles las inscripciones.
Acortando y estirando puntos kilométricos
Otro aspecto que se aborda en el reportaje, bastante recurrente en este tema, es el de las variaciones que a veces se producen en la distancia existente entre los puntos kilométricos de una carretera, ya que muchas veces la longitud no suele coincidir exactamente con la medida exacta. Esto suele ocurrir cuando se llevan a cabo modificaciones en el trazado de la carretera, ya sea por acondicionamientos, en los que se reducen las distancias, o por variantes de población, en las que suelen aumentar, de manera que se intenta mantener por cuestiones de economía la kilometración existente adaptándola a los cambios.
Aunque también existen casos excepcionales, en los que directamente se recortan y se acoplan puntos kilométricos, como hasta hace pocos años ocurría en la N-330 a su paso por el puerto de Monrepós, en la que en cuestión de una decena de metros se daba un salto desde el kilómetro 598 hasta el 602. Precisamente estas discontinuidades son las que se tratan de evitar a toda costa.
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